Quiero escribirte pero no te conozco.-
Quiero explicarte que te amo, pero no sé donde encontrarte.-
Entonces, miro al cielo y le pregunto a las estrellas.-
Me guiñan un ojo y me responden ¡no, acá no está!
Revuelvo los cajones de la cómoda y de los roperos buscando tu ropita pero no la puedo ver por ningún lado.-
Celeste o rosas, pantalones o polleritas.-
No sé.-
Un ave pequeña se posa en mi ventana y le pregunto si te ha visto.-
No me contesta y vuela, otra vez vuela, siempre vuela.-
Quiero escribir algo de vos, pero no sé como empezar porque no te conozco.-
Me gustaría describir tus cabellos.-
¿Rubios, negros?
No sé, nunca los vi, seguramente tendrían rulos.-
¿Y tus ojos?
Tal vez, podrían ser celestes, o verdes, o comunes, marrones como los míos.-
Pero seguramente serían luminosos como luciérnagas en una noche de verano danzando bajo la luz de la luna.-
Trato de escribir y busco recordar tu cara.- Pero es imposible.-
Creo que sería redondita, regordeta, con cachetes floridos en mil pimpollos de rosas.- Pero no sé.-
De algo sí estoy seguro, tu espíritu sería como el viento, que se mete en todos lados, que arremolina los sentidos y enloquece la tranquilidad de la siesta.- Y regalarías ese olorcito a jazmines regados por el rocío fresco de la madrugada.-
Quiero describir tu voz, pero nunca tuve oportunidad de escucharte.-
Se te apagó, o lo que es peor, nunca se encendió.-
Es tu voz el silencio de una caverna profunda.- Pero si hubiese podido, seguramente la habrías iluminado con tus risas.-
¿Y tus manos?
Rosadas y pequeñas, tratando de asirse al mundo, pero no te dejaron.-
Tengo que avisarle al Ratón Pérez que en esta casa no habrá dientitos.-
Seguro se va a poner contento porque ahorrará algunas moneditas.-
¿Y a Papá Noel?
También.-
Le voy a mandar una cartita para que los juguetes que iban a ser tuyos se los regale a los chicos pobres.-
¡Que contentos se van a poner!
Este año no voy a armar el arbolito, total, no va a haber paquetitos que tiñan con moños multicolores el intenso verde de su enramada.-
Pero no me puedo olvidar de los Reyes Magos.-
Hay que avisarles con tiempo para que desvíen su camino.- Acá, en esta casa, no van a encontrar pastito ni agüita fresca para los camellos.- Pobres, si vienen se van a morir de sed.-
¡Tengo que avisarles urgente!
Y que los regalitos que te iban a traer, también se los dejen a los chicos pobres.-
¡Que contentos que estarán, esos chicos pobres!
Van a recibir todos tus regalitos.- Aquellos que vos nunca vas a poder ver, ni con los que podrás jugar.-
Papel de regalo color brillo que nunca romperás, ni moñitos rojos que no desatarán tus manitos de cristal.-
Tengo que avisarle a la panadería para que no hagan la torta de tu cumpleaños, porque no habrá velitas para apagar.-
Que no la hagan, porque la haré yo, con pedacitos raspados a las migajas que quedan de mis sentimientos.-
Y las velitas serán las lucecitas que todavía brillan en mis ojos, esas que se encendieron cuando me enteré que llegabas, cuando me enteré que te ibas.-
Todavía brillan.-
También tengo que avisar a la escuela, que no vas a poder ir y que lo que aprendas, será lo que yo te enseñe.- Tu banco será mi cuerpo, tu pizarrón mis recuerdos y tu cuaderno mi espíritu.-
Y abriré mi pecho en dos, así tus hermanos te verán y también podrán conocerte y amarte.-
Todas las noches conversaremos muy juntitos, sentados en algún lucero, despeinando estrellas y quebrándole horas al sueño, juntando deseos, hilvanando ilusiones.-
¿Sabés?
El día que no llegué a conocerte, planté una plantita en el jardín de mi alma.-
Ese mismo día.- Creéme.-
Y todos los días la riego.- Puntualmente, nunca me olvido.-
Mis ojos son la regadera y mis lágrimas mantienen viva su raíz.-
Y la planta creció con los años, arraigó en mi corazón y se hizo grande.- Cada día crece más.-
No te conozco ¿sabés?, pero estás muy adentro mío.-
El frío número que exige hacer una habitación más, o de un plato de comida menos, le puso una zancadilla al triunfo de tu vida.-
No te dimos tiempo a que abras los ojitos y veas tu futuro.-
No te dimos tiempo a despertar con tu llanto, a los fantasmas que indican que es lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer.-
En tu nombre, ese que no conocemos, nos permitimos hablar de lo que es rentable a la hora de sumar.-
Porque no hay que restar.- Nunca hay que restar.- Dijeron.-
Pero restamos.-
Le restamos a la vida.- Le sumamos a la muerte.-
En tu nombre, ese que no conocemos, nos permitimos el singular lujo de no soñar con batitas, ni con pañales, ni con llantos molestos a mitad de la noche.- Ni con guardapolvos, ni con lápices…ni con nada.-
Hoy la pequeña ave, volvió a posarse sobre mi ventana.- Pero no voló, se quedó allí.-
Poco a poco, con mucho esfuerzo, va trayendo ramitas que entrelaza con su pico.-
Está haciendo su nido y no me acerco para que no se asuste y no vuele lejos.-
Porque tiene derecho a hacerlo y a ver crecer a sus crías.- Sin restricciones, sin números extraños, sin que nadie se lo impida.-
En tu nombre, un nombre que no conozco, deseo ansiosamente ver romper los cascarones y ver crecer esos pequeños pajaritos.- Verlos hacerse aves y volar.- Siempre volar.- Muy lejos volar.-
Quiero escribir sobre vos, pero no se tu nombre.-
Nunca me atreví a inventarte uno porque sé que no me pertenecería, no podría saber si es el tuyo.-
Quiero escribir sobre tu vida y la mía.-
Pero vos no tenés vida porque el egoísmo de lo material así lo dispuso.-
Y hoy acabo de darme cuenta que yo tampoco la tengo.-
Quiero escribirte y contarte que hasta el día de hoy nunca pude escribirle a mi remordimiento.-
Y pedirle perdón.-
No sé como comenzar.-
No creo en Dios ni en el cielo, pero me gustaría pensar que estás correteando en un campo de nubes blancas, perfectas y que algún angelito te presta sus alas y te enseña a volar.-
Yo también te hubiese enseñado ¿sabés?
Desde la fría camilla de un hospital, tus ojos nunca se abrieron.-
Nunca pude ver tu cara ni escuché tu llanto.- Tus manitos no pudieron aferrarse a la vida.-
Nunca pude sostener tu aliento en mis brazos ni decirte cuanto te amo.-
No puedo reprochar a nadie más que a mí.-
Ni a esa mujer que te cultivó algún tiempo en el fértil jardín de sus sentimientos, ni a los motivos que la llevaron a segar tu tallo floreciente.-
Solo puedo reprocharme a mi mismo.-
No puedo escribir tu nombre porque no me atrevo a pronunciar ninguno.-
Pero, en tu nombre desconocido y en el de todos aquellos ángeles que seguramente te custodian, rezo para que sepas que vivís y crecés siempre adentro mío.-
Y que algún día, cuando tu árbol sea grande y mis lágrimas puedan dejar de regarlo, entonces te voy a inventar uno, para vos solo.-
Solo uno, para vos y para mí.-
Y entonces sí, ese día voy a poder escribirte.-
A vos….a tu nombre.-
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